ENTREVISTA

Martín Casariego: «Leer un periódico es un acto tan puro como leer poesía».

Planeta acaba de publicar su última novela, ‘Un amigo así’.

Por Fernando Díaz de Quijano, El Cultural.es, 13 mayo 2013.

Saussure, Whymper, Mummery, Mallory, Bonatti. Con estos nombres se forjaron las grandes gestas del alpinismo, mucho más que un deporte, “una construcción mental, obra de Europa”, que nació en el Mont Blanc. La cumbre más alta de los Alpes es el escenario de Un amigo así (Planeta), el último libro de Martín Casariego (Madrid, 1962). José y Lucas, dos viejos amigos, protagonizan una novela dedicada a las auténticas amistades, a prueba de grietas y manchas ocultas.

Pregunta: ¿Es aficionado al montañismo o ha partido de cero para documentarse?

Respuesta: No tenía ni idea de montañismo, así que me he tenido que documentar muchísimo. Mi idea era hacer una novela sobre la amistad, porque nunca lo había hecho, casi siempre he escrito sobre el amor. En general, se ha escrito mucho sobre el amor y muy poco sobre la amistad. Lo del alpinismo vino después y tirando del hilo encontré muchas referencias literarias, como a Mallory leyendo Kubla Khan de Coleridge, que también escalaba, o la primera descripción de una montaña, de Petrarca [el Mont Ventoux].

P.- Establece un paralelismo curioso entre el nacimiento y la evolución del alpinismo y del periodismo.

R.- El periodismo y el alpinismo nacieron a finales del siglo XVIII, se desarrollaron en el XIX, tuvieron su auge en el XX y en el XXI han entrado en decadencia.

P.- La crisis del periodismo salta a la vista, pero ¿la del montañismo a qué se debe?

R.- La épica del alpinismo reside en subir por sitios por donde nadie ha subido. Hoy es difícil no encontrarse cuerdas, ganchos y asideros de los que han hecho el mismo trayecto antes que tú. La pureza de la montaña va desapareciendo a medida que se masifica. Una expedición de 40 tíos en fila en el Himalaya no tiene nada que ver con la de Mallory.

P.- Y con respecto a la crisis del periodismo, ¿cuál es su pronóstico?

R.- No soy optimista. A mí lo que me gusta es leer el periódico en papel. Espero que sepan resistir y tener el placer dentro de 15 años de sentarme en una cafetería a leerlo. Aunque es un placer extraño, porque casi siempre lo que haces es enfadarte con las noticias. Esta novela es un canto a los periódicos. Como dice uno de los personajes, leer un periódico es un acto tan puro como leer poesía, que es lo que leían los primeros grandes alpinistas.

P.- Habla con cariño del alpinismo. ¿Va a probar?

R.- No. Cuando veo las gestas de algunos, me cuesta creer que sea cierto. He estado en los Alpes y al subir una pared de nieve de tres metros ya me daba la vuelta buscando una escalera para bajar. Me ha gustado mucho lo que he leído sobre alpinismo, pero no me atrevería a practicarlo.

P.- «En la montaña estaban a salvo de la mezquindad». ¿Se ha sentido tentado alguna vez de irse a vivir a la montaña?

R.- Esa afirmación se matiza, porque los dos protagonistas saben también que ese sentimiento es una idea que viene de la cultura, un salvaje no tendría esa noción. Pero sí, todos hemos sentido eso alguna vez.

P.- La novela es un canto a la amistad, pero en el centro de ella hay una traición oculta que la empaña y añade tensión a la historia.

R.- Según Aristóteles, hay tres tipos de amistad: la de conveniencia, propia de adultos; la de diversión, propia de la juventud; y una que está por encima, que participa de todo eso pero va más allá. Empecé a escribir sobre una amistad limpia e inocente, pero me di cuenta de que debía introducir una mancha, una grieta, porque no estamos cortados de una pieza. Todos somos ambiguos, hay traiciones, hay actos de generosidad…

P.- ¿Tener ese secreto en la manga fue lo que le permitió contarle al lector en la primera página algo tan importante como que uno de los dos iba a morir?

R.- Hay muchas formas de narrar. Una es contar qué pasa. Otra es adelantar el qué e ir desvelando el cómo y el porqué. No le quita misterio sino que se lo añade. Y también estaba, efectivamente, la intriga de saber en qué consistía la traición.

P.- ¿Qué otros proyectos tiene entre manos?

R.- Una novela juvenil, que hace mucho que no practico el género, y también estoy corrigiendo una novela que escribí hace tiempo.

P.- ¿Cómo ve alguien como usted, perteneciente a una familia dedicada por entero a la cultura, la situación del sector hoy?

R.- Bastante mal. No quiero ser negativo, pero los signos no son halagüeños. La cultura siempre está en crisis, sólo que ésta es más gorda. Aún así, hay cosas que no entiendo. Entiendo que se vendan libros porque hay menos dinero, pero lo del IVA del teatro y el cine me parece un disparate. Pero no solo eso, también me indigna la subida del IVA de las gafas, como si fuera un artículo de lujo. Y por otra parte, está el tema de la piratería. Quien dice que la cultura es tan importante que debe ser gratis, es porque en realidad le importa un pimiento. Cuando me regalen los zapatos y el pan, me parecerá estupendo que se regalen los libros.

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