Por Andrea Aguilar. El País, 10 de febrero de 2015.
Rai, un carismático adolescente que imparte falsas clases de matemáticas al narrador y protagonista de El juego sigue sin mí (Siruela), escucha con su pupilo discos de los ochenta, recomienda la lectura de Leopardi, le presta tebeos y va desvelando algunos de los tristes misterios que rodean su vida. Una tarde le advierte: “Los pequeños detalles varían a menudo el curso de las historias”.