ENTREVISTA

Si desde fuera no se puede opinar del País Vasco, tampoco podemos hacerlo sobre Trump.

Por Alberto Moyano. El Diario Vasco, 26 de noviembre de 2020.

Casi un cuarto de siglo después de publicar Mi precio es ninguno, el escritor y ahora también concejal de Ciudadanos en Madrid Martín Casariego (Madrid, 1962) recupera en Yo fumo para olvidar que tú bebes (Ed. Siruela) a su protagonista, Max Lomas, para relatar una historia ambientada en el Madrid de La Movida y en el San Sebastián de los años ochenta. Casariego tiene previsto continuar con la saga de su peculiar personaje en las novelas Demasiado no es suficiente y Las tres heridas.

– ¿Por qué recuperar el personaje de Lomas en este momento?

– Fíjese lo lentos que son a veces los caminos de la literatura. Cuando escribí Mi precio es ninguno (1996), la pensé como una novela autónoma, pero es un libro que siempre me gustó, con acción, diálogos rápidos, humor y una historia romántica. Era un homenaje a un tipo de novela del que yo había leído mucho, las de Chandler, McDonald o Hammett. Y aunque luego ya me puse con otras cosas, siempre me quedó ahí la idea de retomar al personaje, pero no lo forcé. Al final, hubo un momento en el que me planté y lo hice. Era una manera de hacer algo nuevo, una saga. Siempre había pensado en hacer una continuación de ‘Mi precio es ninguno’, pero al final ésta es una historia anterior y como en la primera se mencionaba que Lomas había sido guardaespaldas en el País Vasco, tenía que partir de ahí.

– Duro, cínico, sentimental y bebedor, Lomas responde al arquetipo de personaje de novela negra, pero a diferencia de la mayoría, no es un solitario desarraigado, sino que tiene unos padres…

– Sí, pero algo desestructurada. Su familia tiene mucho dinero y él tiene estudios y una buena formación, pero en el fondo no le gusta eso. Mantiene una relación con sus padres, pero poco fluida. Tampoco podía hacerlo igual a otros personajes de novela negra. En este caso, más que una trama y unas deducciones, hay una sucesión de acontecimientos, como en las obras de Raymond Chandler.

– Ahora parece que hay más inseguridad ciudadana, pero retrata un Madrid ochentero con unas calles quizás más peligrosas y que parece que hemos olvidado…

– Bueno, yo creo que había bastante más inseguridad antes. Siempre tenemos esa percepción de que ahora todo es peor. Yo ahora ya no salgo por la noche, pero recuerdo que en los años ochenta las zonas de Malasaña y Chueca eran bastante malas. Ahora estoy un poco perdido y no sé cómo van lo de las drogas, pero antes había más heroína. Ahora igual hay más pastillas, pero lo que recuerdo es que era un ambiente más violento e inseguro. También en la periferia había sitios que antes eran peor que ahora. Esto no quiere decir que ahora no haya inseguridad, pero los años ochenta en ese aspecto eran más duros.

– La otra ciudad que retrata es San Sebastián. ¿La conoció en los años ochenta?

– No, la he conocido después. Dos de mis cuatro abuelos eran vascos y tengo esa conexión. Si iba a poner a Lomas de guardaespaldas en el País Vasco, lo lógico es que eligiera un sitio que yo conociera.

– ¿Teme que le acusen de oportunismo por situar esta trama en el País Vasco, ahora que parece que están de moda los relatos sobre la época del terrorismo?

– Aparte de absurda porque uno puede escribir de lo que le da la gana, sería una acusación muy fácil de rebatir porque yo en 1996 ya escribí que Lomas había sido guardaespaldas en el País Vasco. Y, además, Yo fumo para olvidar que tú bebes la tengo escrita desde hace tres años, cuando aún no había este auge del tema. Si en Mi precio es ninguno, hubiera aparecido que Max Lomas era mecánico en Burgos ahora hubiera relatado su etapa de mecánico en Burgos. No es oportunismo. En este sentido, no he sido nada planificador, he ido escribiendo lo que me apetecía y sin seguir modas porque para cuando te quieres apuntar a ellas acabas llegando tarde.

– En contra del tópico, hay una amplia bibliografía de novelas sobre el conflicto vasco, también escrita por autores de fuera de Euskadi…

– Yo creo que sí se ha escrito y también ha habido cine. Lo que pasa es que a partir de Patria, hay como una explosión. La herida sigue abierta y sin cicatrizar, pero parece que siempre tienes que dejar pasar un tiempo. Si Patria se hubiera publicado hace quince años igual no hubiera tenido el mismo éxito que ahora, aunque su calidad literaria hubiera sido evidentemente la misma.

– ¿Entiende que la perspectiva de los autores de fuera del País Vasco sea diferente a la de los escritores de aquí?

– Pero no podemos decir que tú no puedes escribir sobre eso porque entonces yo sólo tendría que escribir de Madrid y de mis veranos en San Sebastián.

– Por supuesto que no, pero no le estoy preguntando eso, sino por la percepción del problema.

– Ya sé que no va por ahí, pero quiero decir que por supuesto que son perspectivas diferentes. Otra discusión sería cuándo tienes una mejor visión de las cosas: cuando estás totalmente metido o cuando tienes una distancia.

– ¿Y cuál es su opinión?

– Lo idea sería verlo desde los dos sitios. Si te pones algo demasiado cerca no ves nada, por lo tanto… No creo que tengamos que juzgar ese tipo de posturas, sino que todo el mundo es libre de abordar cualquier tema y que todos los puntos de vista son valiosos. Cuando hablamos de novelas, a mí me interesa la calidad, que es algo que se puede hallar desde muy distintos enfoques. No creo que desde fuera juzgues mejor lo que ha pasado en el País Vasco, pero tampoco desde dentro. Los que que se escudan en argumentos del tipo de «desde fuera no se puede opinar», entonces que por favor dejen de opinar de Donald Trump. Es absurdo.

– En la novela, dice Lomas: «Masa encefálica, sangre, un casquillo, silencio. Era un buen resumen del País Vasco en aquellos días».

– Es que me ha dolido siempre mucho todo lo que ha sucedido, terrible. Y en la novela aparecen esas dos maneras de enfocarlo: el personaje de Alfredo García es partidario de la solución GAL –que no es solución– y Lomas, de aplicar la ley. También hay una escena real en la que unas víctimas del terrorismo fueron vejadas por unos chavales con sudaderas. Eso me parece muy difícil de soportar. En ese momento, Lomas se da cuenta de que no puede seguir ahí porque corre el peligro de pasarse a la postura de García.

– El protagonista también sostiene en un momento de la novela que la Humanidad se divide entre los que han matado y los que no.

– Sí, es una frase que tomo de ‘Le pur et l’impur’ (1932), de Colette. La novela está salpicada de citas porque la enriquecen. Creo un personaje leído, contra esa idea de que si una persona es camarero o guardaespaldas no puede ser un buen lector. La vida nos da muchas sorpresas frente a las ideas preconcebidas, que en un tanto por ciento serán ciertas, pero no siempre. Hay millones de divisiones del mundo y ésta es una de ellas.

– La saga de Lomas va a continuar. ¿Es un buen instrumento la novela negra para explorar el pasado reciente?

– La novela en general lo es. Hay autores que quieren explicar directamente un tema. Yo pienso que las novelas cuentan una historia y ahí siempre van reflejando asuntos de la sociedad, planteando dilemas morales… Las novelas no las he escrito para hablar de algo concreto. Cualquier historia trae todo tipo de implicaciones morales o sociales. Las novelas de tesis, tampoco en literatura infantil o juvenil, no me gustan. No me gusta escribir una novela para prevenir contra el riesgo de la bulimia como punto de partida, sino que prefiero contar una historia en la que aparece alguien que tiene ese problema. Ahí ya va a salir todo lo que supone la bulimia. Prefiero que el punto de partida sea una historia humana, no una idea. Pero vamos, que ésta es mi idea. Me parece muy ridículo en literatura cuando hay escritores que dicen «esto está bien» y «esto está mal». Lo que está bien es que cada uno haga lo que quiera y luego juzgar el resultado final.

– ¿Cómo compagina la literatura con sus obligaciones como concejal?

– Fatal, fatal. Ya antes me lo imaginaba más o menos, pero ahora que soy concejal he comprobado que no tengo tiempo. Estas novelas las escribí antes. A ver cómo me organizo en fines de semana o en vacaciones porque esto no me deja tiempo libre y cuando lo tengo, estoy cansado y con la cabeza en otro lado, y para escribir tienes que tenerla despejada. Con lo cual, ¿como lo llevo? Pues mal. Desde que hace año y medio fui nombrado concejal, sólo he escrito un artículo.

– Igual la experiencia política le sirve para encontrar inspiración y nuevas tramas…

– Sí, pero por ahora nadie me ha intentado corromper, o sea que tendré que seguir documentándome de las cosas que vemos en los periódicos. Pero sí es verdad que estoy conociendo cosas de Madrid que no conocía y ése fue uno de los motivos por los que acepté ir en la lista electoral. Voy conociendo muchas cosas que ahora mismo no es que me estén inspirando, pero que seguro que van ampliando mi visión de Madrid.

 

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