Premio Calabuig a la Mejor Película y Premio a la Mejor Actriz (Ariadna Gil) en el Festival de Peñíscola (1992).

GUIÓN ORIGINAL

Amo tu cama rica

1991

Director: Emilio Martínez-Lázaro.
Intérpretes: Ariadna Gil, Pere Ponce, Cassen, Lina Canalejas, Clara Sanchís, Nancho Novo, Fernando Vivanco, Ayanta Barilli, Javier Bardem.
Guión: Emilio Martínez-Lázaro, Martín Casariego y David Trueba.
Fotografia: José Luis López Linares.
Música: Michel Camilo.
Montaje: Carmen Frías.
Productora: Kaplan y Fernando Trueba P.C.
Estreno: 31 de enero de 1992, Cine Palacio de la Prensa, Madrid.

En los siglos XVII y XVIII las tuercas y los tornillos se fabricaban a mano… Era una tarea muy lenta y laboriosa, de manera que se hacían por separado, y el que la rosca de una tuerca se acomodara a la de un tornillo era una cuestión de suerte… Una vez fabricada una tuerca, había de probarse con todos los tornillos, hasta dar con aquél que le perteneciera. De esta manera, la tuerca y el tornillo se convertían definitivamente en pareja.

Pedro se siente incomprendido por las mujeres. En el amor es lento, pero inseguro. Lo que más le importa de las mujeres es la inteligencia, y las modelos suelen parecerle las más inteligentes de todas. Antes de encontrar a Sara, sólo había conocido dos tipos de mujeres: las interesantes, y las que se interesaban por él…

Sara podría ser la mujer fatal de nuestra época. Pero lejos de estar fatal, Sara está muy bien. Lo único fatal de su historia es que su relación se hace insoportable y se separan. Los dos conocen a otras mujeres y otros hombres, pero siempre terminan buscándose, porque en el fondo no pueden vivir el uno sin el otro, aunque ninguno acabe de darse cuenta.

Historia de nuestro cine – Amo tu cama rica, 12 jun 2015
Elena S. Sánchez y Javier Ocaña presentan la película Amo tu cama rica (1991).

Visiones personales

 

Fernando Trueba (productor)

Una conocida anécdota cuenta que Hítchcock, harto de olvidarse, al despertar cada mañana, de las ‘geniales’ ideas que se le ocurrían en sueños, decidió dormir con un cuaderno de notas y un lápiz en la mesilla. Una noche, tiene otra de aquellas geniales ideas y, entre sueños, la garabatea en el cuadernillo y sigue durmiendo plácidamente. Al despertar leyó lo que había escrito: «Boy meets girl» (Chico encuentra chica). Amo tu cama rica es una película de chico encuentra chica, chico pierde chica. Mas tarde chico recupera chica, pero luego chica se separa de chico, etc, etc. Estoy seguro de que ésta es la película más fácil de ver de Emilio, aunque me consta que no ha sido la más fácil de hacer. Las historias sencillas suelen ser tremendamente complicadas. Amo tu cama rica pertenece al tipo de película que prefiero: aquellas que no pretenden ser más que una película, y a un género: la comedia romántica, en el que pocos, hoy día, tienen el valor de aventurarse. Le envidio a Emilio muchas cosas de esta película: su elegante y estilizada puesta en escena, el descubrimiento de Ariadna Gil y Pere Ponce, que van a dar mucho que hablar, la irrepetible música de Michel Camilo, la tenue, matizada y envolvente luz de López-Linares, el guión escrito con Martín Casariego y David Trueba, tan diferente y a la vez tan igual a sus anteriores películas, aunque esta vez el laberinto sea más temporal que espacial. Amo tu como rica hace suya la más hermosa definición del cine: aquélla que dice que las películas no son sino pedazos de tiempo.

 

Emilio Martínez-Lázaro (director)

La mujer fatal y el hombre parlanchín: El primer día que me reuní con Martín Casariego para escribir el guión de lo que finalmente sería Amo tu cama rica, no teníamos ni idea de lo que íbamos a hacer. Yo había leído su novela titulada Qué te voy a contar, y en ella, un tío de veinte años se pasa doscientas cincuenta páginas elucubrando sobre el cuelgue que tiene con una tal Rosemary, y sobre las diversas formas en que metió la pata hasta que Rosemary lo dejó plantado. Yo no había borrado la sonrisa de mis labios durante toda la lectura del libro, así que lo que esperaba hacer con Martín era, más o menos, una historia juvenil, muy romántica, y con un sentido del humor irónico, y predominantemente verbal. Sin embargo, decidimos escribir una historia sobre la mujer fatal. Pero una mujer fatal de nuestra época. Nada que ver con El angel azul o la clásica vamp. De esta manera, y con la ayuda de David Trueba, que se sumó como tercer guionista, aquella primitiva idea de la mujer fatal volvió a los orígenes como una historia juvenil, muy romántica, y con un sentido del humor predominantemente verbal. La mujer fatal quedó oculta tras el hombre parlanchín. Actores, actores: Con el guión terminado después de un montón de versiones, tuvimos una idea muy original: buscar caras nuevas o poco conocidas para el reparto. Nuestra insensatez tuvo su recompensa después de varios meses. Primero apareció Pere Ponce, que aunque hablaba menos que el protagonista, se le veía dispuesto a hablar lo que hiciera falta. Ariadna Gil llegó con un aspecto muy responsable, y una bonita melena que le cortamos de una manera rotunda el día anterior a su entrada en el rodaje. Ni conflictos con los padres, ni drogas: Aparte de un par de cervezas. Nuestro protagonista encuentra donde trabajar. Ella tiene un éxito profesional razonable. No discuten con los padres. No discuten con nadie. Sólo se pelean entre ellos. Ellos son su único problema. Esta vez no tenemos una historia de jóvenes airados enfrentados a la sociedad. No tenemos una historia de jóvenes marginados entregados a las drogas. ¿Entonces qué? Tenemos el erotismo, la sensualidad y el amor a los veinte, y si te parece poco, ése es tu problema y sólo tuyo. 

 

Martín Casariego (coguionista y ‘admirador’)

Cuando en 1989 se cumplió con Qué te voy a contar mi sueño de publicar una novela, no podía imaginar que eso me llevaría a otro con el que ni siquiera había fantaseado: participar en una película. Fernando Trueba y Emilio Martínez-Lázaro leyeron la novela, y me propusieron escribir para ellos, el primero haciendo un capítulo de una serie de televisión, y el segundo colaborando en su próximo largometraje, que acabaría llamándose Amo tu cama rica. Recuerdo que con un rotulador rojo Emilio, cuando le llevé unos folios, tachó muchas líneas de diálogo. Esa fue mi primera lección: un guión ha de ser mucho más sintético que una novela. Asistí bastantes días al rodaje, toda una novedad para mí. Y aprendí algo más: un guionista no pinta nada allí. Sentado junto a Emilio frente al combo, a veces le hacía sugerencias, y él hacía lo debido: escucharme con tanta paciencia como amabilidad y hacerme caso sólo cuando ya estaba previamente de acuerdo. En las escenas de bares –o de fiestas– se ve fugazmente a algunos de mis hermanos o amigos. A ello, que lo hacía más divertido aún para mí, se sumó que dos amigas, Isabel Ruiz de la Prada y Ayanta Barilli, actuaban. Todo eso hacía que el ambiente de fiesta de la película se trasladara a mi experiencia, a lo que contribuía Pere Ponce con su simpatía. En los títulos de crédito aparezco como guionista y ‘Admirador’, deferencia de Martínez-Lázaro por una escena nocturna en la que estoy con gafas, chaqueta y aire despistado, copa en mano y sin decir nada. Ni siquiera se nota que admire mucho al personaje de Sara (encarnada por una entonces desconocida Ariadna Gil). Sumido en el rodaje de una historia en la que Sara y Pedro se pelean y reconcilian varias veces, yo le había preguntado a Emilio, en uno de los descansos, algo que me preocupaba: ¿que pensaba, Antón y Rosemary, los protagonistas de Qué te voy a contar, volverían a juntarse? Emilio se rio: ni de coña. Así que en esos breves segundos en los que se me ve, más que admirando, estoy impresionado. O, en todo caso, admirando a Martínez-Lázaro, que tenía las cosas bastante más claras que yo.

[Texto aparecido en la revista Fotogramas de enero de 2021].

Críticas

«En el borde de la perfección. En el más dificil de los géneros, el que requiere mayor agílidad y precisión en el trabajo de intérpretes, guionistas y director, la comedia, esta película alcanza casi la perfección. […] Pues hay electricidad, o como quiera decirse, en el inagotable diálogo de palabras e imágenes que se establece entre estos dos intérpretes, orientados por un director de cine que entiende de dirección de actores (especie aquí escasa). Tanta hay, que la película (cuyo final cerrado se adelanta en un ingenioso retroceso de tres siglos, que expone una variante de la eterna metáfora de Platón sobre el amor) es en su final tan abierta, que los hilos del destino de sus personajes siguen moviéndose, con la pantalla apagada, en la memoria encendida del espectador. Antes de ver e incluso viendo este filme, puede caerse en esa estúpida idea de que, por ser una comedia ligera y estar sus imágenes en la antípodas del campanudismo, se trata de una obra menor. Nada de eso: es cine mayor, de altos vuelos, obra de virtuosos -sobre todo intérpretes y director- de la complejísima conjugación entre tiempo y espacio que requiere el arte cinematográfico cuando es realmente tal. Un pequeño poema inabarcable».

Ángel Fernández Santos, El País, 2 de febrero de 1992

«Distinta y distinguida: Amo tu cama rica, una comedia ejemplar. En el género favorito de nuestros autores y espectadores, la comedia, Amo tu cama rica constituye una feliz novedad por ser sus personajes chicos de veinte años, por destacar tema y estilo, por su madurez y elegancia. […] Amo tu cama rica muestra una relación erótica y amorosa con un doble tratamiento humorístico y, el guión, además de proporcionar a su protagonista unos diálogos brillantes y divertidos y hacerle sufrir unas cuantas peripecias cómicamente indeseables, se sostiene sobre una idea tan atractiva para románticos como para surrealistas: la de una atracción superior a todas las vicisitudes, y la de una situación que se repite una y otra vez, pero siempre de manera distinta, hasta parecer obra de una fatalidad absurda. […] La planificación, la iluminación y la música hacen que el retrato fiel y reconocible de esos jóvenes sea además un raro ejemplo de lo que en Hollywood se llamaba comedia sofisticada, de estilo».

Francisco Marinero, Metropoli, 1992

«El último film de Matínez-Lázaro es una de las obras más brillantes, redondas y completas que hemos visto en el cine español desde hace tiempo. Y eso que se trata de una comedia en la línea del más trillado chico-busca-chica, que además tiene ambientes, ribetes y querencias de lo que se llamó «comedia madrileña». […] Examinando la trayectoria de los tres guionistas que firman la película, no parece aventurado señalar a Martín Casariego como el principal artífice del espléndido guión que tiene Amo tu cama rica. Su novela Qué te voy a contar (Anagrama, 1990) es suficiente tarjeta de visita acerca de su capacidad para reflejar unos personajes jóvenes con unas descripciones y unos diálogos brillantes. El sólido guión, que es la baza fundamental con que cuenta la película, elude personajes y situaciones accesorias, con lo que se despega de la «comedia madrileña», centrándose en la pareja protagonista y en sus encuentros y desencuentros. Por eso la parte más floja de la historia es cuando entran más personajes, toda la referente a «El cobrador del frac». […] Podemos señalar que se trata de una excelente película, en una línea de comedia cinematográfica sutil y profunda, no muy abundante en nuestro cine».

J. L. Martínez Montalbán, Reseña, abril 1992

«Emilio Martínez-Lázaro ha filmado la que es sin duda su mejor película hasta el momento, una comedia de guión modélicamente construido que habla del amor sin hacerlo en voz alta, con un reparto fresco y lleno de rostros jóvenes -encabezado por un ágil y locuaz Pere Ponce y una irresistible Ariadna Gil-, y con un esmerado trabajo de puesta en escena que se redondea con la seducción de una música y una fotografía completamente envolventes. El atractivo de Amo tu cama rica, sin embargo, se verá neutralizado en los casos de alergia congénita a la verborrea chispeante en el más puro estilo Allen, o en aquellos, más preocupantes, de insuficiencia romántica».

D. M, Fotogramas, marzo 1992

«Amo tu cama rica es, en cierto modo, la Opera prima de los noventa. Con la diferencia de que, en esta ocasión, el director, Emilio Martínez Lázaro, dobla en edad a sus personajes, lo que le permite ejercer de antropólogo. El productor es Fernando Trueba, al que le ha debido divertir bastante el experimento. […] Pero la película no es una historia de jóvenes vistos por los mayores, sino de jóvenes contados por ellos mismos, y en ello reside uno de sus grandes atractivos. Martínez-Lázaro se ha limitado a poner su talento como director al servicio de un guión escrito por gente joven e interpretado por actores que tienen más o menos la misma edad que sus personajes. Amo tu cama rica es una demostración de buen oficio, posiblemente la mejor de todas sus películas. El director ha conseguido una película ligera, pero no menor, porque hacer una buena comedia es muy difícil. Quizá lo más interesante sea la libertad y falta de prejuicios que demuestra, como si ni la cámara ni la juventud de sus protagonistas le pesaran en absoluto. La distancia a la que se mueve es perfecta. […] Es una película divertida, refinada y redonda, que, desde luego, merece tener un gran éxito».

Silvia Llopis, Guía de Madrid, febrero 1992

«Hay películas con la habilidad para convertir el más prosaico desparpajo en puro y muy lírico aire puro. Sobre el papel no es más que otra comedia dedicada a expurgar juveniles desplantes. En pantalla, la cosa cambia. Un guión a tres pares de manos escrito por el propio director, David Trueba y Martín Casariego da pie a un desprejuiciado, irreverente y libérrimo repaso por los modos y costumbres de dos almas presas del desasosiego. Pedro (un incontinente verbal al que anima un genial Pere Ponce) y Sara (una Ariadna Gil que regala la sonrisa más reposada y franca que ha visto el cine reciente) se aman y no saben cómo. En medio, una comedia con las ventanas abiertas de par en par. Lo que Ópera prima fue al cine español de los ochenta, Amo tu cama rica lo es al de los noventa. Es decir, un festín para consumir sin cubiertos ni libro de instrucciones».

Luis Martínez, El País, 20/10/98

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