NOVELA

Algunas chicas son como todas

Plot, 1992; Espasa Calpe, 2000

El encuentro con Alfi y el reencuentro con Raquel, la chica que hace tres años fue su novia, marcarán los nueve meses de la vida de Pablo que abarca la novela, y, en realidad, el resto de ella. Nueve meses que se convierten en un dramático y en ocasiones humorístico viaje a través del amor, la locura, el aprendizaje, el romanticismo, el fracaso y, quizás, la traición. Pero, sobre todo, es la historia de una amistad. Una amistad ambigua y desgarrada que, como todas las historias verdaderas, tal vez no tenga ni principio ni fin, igual que esta novela a la que no por capricho le han sido arrancadas la primera y la última página.

Visión personal

Es una novela divertida, romántica y exagerada, porque sus protagonistas, especialmente Alfi, lo son. Pero también trágica, pues Alfi es un ser herido, como lo era Antón en la novela anterior (también Qué te voy a contar tiene su lado trágico). Su nombre lo tomé de una película de Michael Caine que me hizo gracia, Alfie, en la que interpretaba a un seductor; le quité la «e» para españolizarlo, en la medida de lo posible. En 2000 revisé Algunas chicas son como todas para su publicación en Espasa, y el mayor cambio que hice fue resumir el diálogo entre Raquel y Pablo del capítulo V.

El que a la novela le faltara la primera y la última página hizo que algunos compradores la devolvieran, antes de haberla leído, creyendo que era un errror de edición. Siempre confié en que no quisieran devolverla también después de haberla leído.

Críticas

«Quizá porque la experiencia está en todas partes, si se quiere ver, Martín Casariego escribe una novela sin principio ni fin, que fluye entre el drama (en toda traición hay un drama) y la comedia (Pablo tiene mucho del seductor en sueños de Allen) […]. Algunas chicas son como todas es la continuación natural de Qué te voy a contar. Martín Casariego ha sabido evolucionar del puro humor a la comedia británica, de sabor amargo, de Amis o Ishiguro».

Félix Romeo, Diario 16

«Tengo la impresión de que la solidez que tiene el humor de Casariego viene dada por la nostalgia […]. Con todo lo dicho, no cabe duda de que el autor confirma, con la publicación de Algunas chicas son como todas, las esperanzas que se pusieron en él desde que apareció su primera novela».

Javier MembaEl Mundo-La Esfera

«En Algunas chicas son como todas Martín Casariego responde a las expectativas creadas con Qué te voy a contar […]. Mostrando al lector a lo largo de veintisiete capítulos lo que ocurre en nueve meses. Favoreciendo el humor y el ingenio de los personajes como válvula de escape. Insertando el disparate y la comicidad. […]. No se la pierdan».

Sergio Plou, El Heraldo de Aragón

Primer capítulo

buzón una carta que haría bien en no leer nunca, pero ella la leerá, sé que la leerá, estoy seguro, la curiosidad será superior a su rabia, más fuerte que su recién reestrenada indiferencia, o no, tal vez indiferencia sea la palabra menos indicada para lo que seguramente ha sentido en estos últimos días, pero, ¿qué importancia tiene eso ahora? me pregunto mientras me dispongo a cumplir una promesa que en cierto modo nunca hice, pues me fue arrancada en un momento de debilidad, y que sin embargo cumpliré por encima de todo, ¿qué importancia tiene eso ahora? Y la noche de San Juan, ¿alguien podría decirme ahora, como me dijo ella entonces, que es la más corta del año? ¿Quién podría decírmelo?

Echo el humo del cigarrillo que he mangado a Carlos contra la palma de mi mano y me entretengo observando cómo se desvanece, este mes de junio ha sido el más lluvioso que recuerdo, no paró de llover, y pienso que así es Europa del Norte: continuamente jarreando. Ellos tienen bosques, y todo es verde, pero, ¿qué es mejor? Nosotros tenemos sol, terrenos áridos, chicas que enseñan las piernas y los hombros, y no sé si esto es una especie de blasfemia, pero creo que ésa es la única justicia que Dios muestra: nada es del todo bueno, es importante comparar, ellos tienen verde el paisaje, pero gris el cielo, y acaba por ser triste, y mientras nadie me pruebe lo contrario, yo creeré que ésa es la justicia que Dios muestra: nada es del todo bueno, es importante comparar, ellos tienen verde el paisaje, pero gris el cielo, y acaba por ser triste, y mientras nadie me pruebe lo contrario, yo creeré que ésa es la justicia de Dios: no separar claramente el bien del mal, sino mezclarlo, repartirlo…

Siempre recordaré el día en que conocí a Raquel, además de conocerla perdí la funda de mis gafas, eso fue hace casi cinco años y yo pensé que significaba algo, Alfi nunca olvidó la primera vez que vio a Casandra, en la cubierta de un barco, fue como un fogonazo que en vez de cegarlo le hizo perder la respiración, y creo que ni él ni yo olvidamos nunca -cierto es que apenas tuvimos tiempo para ello- cómo nos conocimos, ésta es mi versión, la suya no podría ya más que imaginarla: el número 5 era un auténtico cerdo, chillaba, insultaba, agarraba y entraba duro sin preocuparse de las piernas de los demás, a los diez minutos, tras levantarme maltrecho del barro por segunda vez, ya lo tenía clasificado como protestón, pendenciero y malintencionado, así que al tercer hachazo, dolorido, furioso y con la cara llena de barro, le espeté: hijoputa, a la siguiente verás, el árbitro me sacó la tarjeta amarilla y el 5, por toda respuesta, se dio desafiante la vuelta y se puso las manos en las caderas, el torso levemente inclinado hacia delante, como para que yo pudiera tomar buena nota de su dorsal, pero el muy imbécil lo tenía completamente tapado por el barro, y quince minutos después, disputando un balón que había quedado muerto entre el área rival y el centro del campo por culpa de un charco, nuestras piernas volvieron a cruzarse violentamente, oí un crujido y los dos caímos, me quedé quieto, asustado, hasta que comprobé con alivio que los quejidos que se escuchaban nacían de la garganta del 5 y no de la mía, algunos jugadores de mi equipo comenzaron a insultarlo, pero yo sabía que no era cuento, y al día siguiente fui a visitarle, así que ya tenemos a Alfi en un hospital, con la pierna derecha en alto, escayolada hasta la ingle, y a mí abriendo la puerta, y yo creo que es importante comparar y que es mejor hablar de lluvia y minifaldas que de lágrimas y otras desgracias, sí, mejor hablar de la lluvia y no de las lágrimas, vamos a intentarlo.

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